Hay personas que, sin estar tristes ni atravesar una crisis evidente, sienten que han perdido el interés por casi todo.
No les ilusiona nada. No tienen ganas de hacer planes. Viven en automático, cumpliendo con lo que toca, pero sin disfrute.

Suelen decir que están cansadas, que todo les da igual, que ya no esperan nada. Se levantan, trabajan, cuidan de los suyos… pero por dentro sienten un vacío difícil de explicar.

No están deprimidas, pero tampoco están bien.

A esto es a lo que llamamos deserción vital.

No es un diagnóstico ni una etiqueta clínica, pero describe muy bien un estado que veo con mucha frecuencia en consulta.

Personas que no han tenido una crisis puntual, pero sí una acumulación de decepciones, responsabilidades, pérdidas o simplemente años viviendo de espaldas a sí mismas.

Personas que han dejado de ilusionarse y de sentirse conectadas con lo que hacen.ya

¿Qué es exactamente la deserción vital?

Es un estado de desconexión interna.

No hay una emoción concreta dominante (como tristeza, ansiedad o rabia), sino más bien una ausencia de emociones.
La persona no encuentra sentido, no siente entusiasmo, y aunque desde fuera puede parecer que todo va bien, por dentro vive una especie de parálisis emocional.

Síntomas comunes:

  • Sensación de vacío o apatía.
  • Desmotivación constante.
  • Falta de interés incluso en cosas que antes resultaban agradables.
  • Vivir en piloto automático.
  • Desgaste emocional sin una causa concreta.
  • Incapacidad para imaginar o desear un futuro diferente.

¿Por qué ocurre?

Hay muchos factores que pueden contribuir:

Scroll al inicio