El agotamiento de vivir en alerta constante

Cierras los ojos, pero la cabeza sigue encendida.

Intentas relajarte, pero los pensamientos no te dejan en paz. Vas de una tarea a otra, de una preocupación a la siguiente, y cuando por fin podrías descansar… boom, la mente decide repasar cada error, cada pendiente, cada “debería haber hecho esto mejor”.

Es agotador. Y lo peor es que ni siquiera nos damos cuenta de cuánto nos está afectando.

Pensamos que preocuparnos mucho nos hará estar más preparados, que ser exigentes nos hará mejores, que nunca bajar la guardia nos hará más fuertes. Pero en realidad, solo nos está consumiendo.

La trampa de la hiperactividad mental

Vivir con la mente en constante alerta es como tener cien pestañas abiertas en el navegador y no cerrar ninguna. El sistema se sobrecarga, el rendimiento cae y, tarde o temprano, todo colapsa.

Pero, ¿por qué pasa esto?

Algunas razones pueden ser:

  • Exceso de preocupaciones: sientes que tienes que anticiparte a todo, evitar errores, controlar lo incontrolable.
  • Autoexigencia desmedida: nunca es suficiente, siempre hay algo más que hacer, mejorar o corregir.
  • Miedo al descanso: porque “si paro, me atraso”, “si me relajo, me vuelvo perezoso”, como si descansar fuera un crimen.

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